Salimos de Villa General Belgrano, en Córdoba alrededor de las 11 am, nuestro próximo destino sería Carpintería en la provincia de San Luis, a unos 287 km de distancia pero del otro lado de las sierras. Nos tentó ir por el camino de las Altas Cumbres por el entorno y por la posibilidad de contemplar el vuelo de los cóndores en altura. Y eso hicimos.


Luego de 2983 km, finalmente llegamos hasta Merlo y desde allí seguimos por la ruta… unos 8 kilómetros más hasta Carpintería, un encantador pueblito a pie de las sierras de los Comechingones.

Aquí nos esperaba Carolina, una de las dueñas del Club de Campo “La Misión” que sería nuestra anfitriona por los próximos tres días.

¿Cómo llegar?

Como les dije, el lugar está en Carpintería, a 8 kilómetros al sur de la archi-conocida villa de Merlo. Casi al pie de las sierras, sobre el final de calle Cnel. Pringles, para llegar nos fue bastante sencillo, sobre todo porque teníamos la dirección cargada en el google maps y el navegador nos fue guiando, la verdad es que de esta manera es imposible perderse.

Encontramos el predio casi al final de la calle, sobre mano izquierda. En el ingreso un cartel que dice La Misión, nos dio la bienvenida.

Una vez tranquera adentro, sobre la izquierda un sector todo parquizado y unos metros más allá, una gran pileta con reposeras y un hidromasaje en uno de los laterales. Frente a la pileta un gran quincho. Sobre la misma calle de ingreso y antes de girar hacia la izquierda, una caballeriza que parecía estar cerrada… y a pocos metros luego de girar, nos salió al encuentro Carolina, una de las responsables del lugar que nos estaba esperando.

Nos condujo hasta nuestra morada por los próximos 3 días, nos explicó el funcionamiento de todos los servicios, nos preguntó si en el desayuno preferíamos té o café y se despidió para que nos pusiéramos cómodos.

El lugar era un sueño, muchísimo mejor de lo que nos imaginamos cuando se nos presentó la posibilidad de alojarnos aquí.

Sinceramente no podíamos salir de nuestro asombro, el sol se escondía detrás del horizonte y comenzaba a proyectar sus últimos rayos sobre las sierras que teníamos frente a nuestra ventana en la cabaña.

Terminé de contemplar el atardecer y me puse a bajar las cosas del auto mientras Vicky cambiaba el pañal de Ema.

Luego prepare el mate y con anotador en mano nos sentamos junto a una mesita ubicada debajo del techo del hall de la cabaña. Fue inevitable suspirar, imaginándonos vivir en un lugar así, con este entorno, con esos aromas y el único sonido era el de los pájaros y un pequeño arroyo que pasa detrás de la cabaña.


Nuestra cabaña

Era la número tres. De las más chicas, ideal para una pareja sola o con niños. Cuenta con un placard amplio, cama de dos plazas bien cómoda y una cama de una plaza, televisor con Directv, baño amplio con ducha, una cocina con horno que viene bárbaro para comprar en el mercado y poder cocinarte ahí o calentar la comida, una heladera lo suficientemente grande para colocar refrescos y algunos productos que necesiten refrigeración, una mesa desayunadora con sus sillas. Además del equipamiento de cocina, vajilla, etc. Calefacción y aire acondicionado.

Al que madruga…

Se imaginarán que por aquí lo único que se escucha por las mañanas es el canto de los pájaros y algún que otro gallo a lo lejos, que a decir por mí, tiene el reloj fuera de hora o ya no madrugan tanto como antes…

El relax y la paz en el ambiente es tal, que pocas ganas dan de levantarse de la cama, pero hay que aprovechar el tiempo, entonces es ahí cuando uno gira y coloca los pies en el suelo para comenzar la jornada.

Desperezándome, y tratando de abrir los ojos, voy hasta la venta, corro la cortina y afuera la postal es inmejorable. El verde del suelo del predio se entremezcla y se pierde con el verde de la vegetación y el color de la sierra… Al abrir la puerta de la cabaña, colgada sobre el borde superior derecho, una canasta con nuestro desayuno.

En realidad con parte de él. La cosa funciona así… la canasta viene con unas medialunas, un pan casero, potes con miel, dulce de leche y mermeladas, manteca y dos botellitas, una de leche y otra con jugo recién exprimido. Entonces cuando uno se levanta, enciende la cocina y pone a calentar el agua para el té o café… el resto es un deleite para el paladar y la vista.

Las noches son inigualables, con cielos que invitan a ser contemplados…

Un sueño hecho realidad

La historia del lugar se remonta al año 2001 cuando Carolina y su familia, dejan la rutina diaria de la ciudad en San Luis, para encontrar la paz y tranquilidad en esta zona de las sierras. Según nos cuenta, mientras ella comienza a estudiar Gestión Hotelera surge la posibilidad de comprar este terreno de 3 hectáreas y de a poco comienzan a darle forma a este emprendimiento, que logra abrir sus puertas en el verano del 2014. En un principio sólo tenían 4 cabañas y de a poco fueron construyendo las demás y sumándole otras propuestas al espacio. Aunque nos recuerda que durante algunos años el predio fue entregado en concesión a un emprendimiento privado, pero hace un par de años volvió a tomar las riendas del Club de Campo.

Hoy el predio cuenta con 7 cabañas de las cuales 4 de ellas son para hasta 6 huéspedes y luego 3 cabañas con disponibilidad para 3 huéspedes. En cuanto a la oferta extra habitacional, hay 2 canchas de tenis con polvo de ladrillo, cancha de paddle, una canchita de fútbol para los chicos, cancha de voley, arenero para los niños, juegos infantiles, una super pileta y un quincho para albergar a unas 90 personas, en el cuál muchas veces se realizan eventos como casamientos o cumpleaños, aunque la idea es que el huésped pueda disfrutar del espacio, utilizar la cocina, las parrillas o el espacio de relax para pasar un momento agradable.

El lugar está abierto todo el año, siempre con reservas. El precio difiere de la cabaña y de la época del año o temporada, pero lo conveniente es que se comuniquen para realizar las consultas pertinentes. Les dejo el Link.


Reflexión final e impresiones

El lugar es maravilloso… ideal para disfrutar en familia, los espacios son amplios, cómodos, con un entorno inigualable. Lo visitamos en el mes de Marzo y aún así pudimos disfrutar de la pileta. Si bien se puede visitar en todo el año, imagino que en verano es fantástico. Cuando consultamos a Carolina por el precio nos comentó que el costo es de $1400 pesos en temporada media-baja. En alta suele subir a $1700.- La relación calidad precio es insuperable.

Les comparto un video con la charla que mantuvimos con Carolina Bertin Rosso, sobre el proyecto ➜

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Hasta la próxima viajeros!
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