Cuando la térmica baja, los vinos tintos se vuelven imprescindibles. Basta pensar en su textura aterciopelada o en el calor de un alcohol moderado en la boca para sentir que el cuerpo se acomoda bien al frío y a las comidas calóricas. Claro que estos manjares tienen sus requisitos.
El asunto con los platos de cuchara es que, al comerse calientes y con abundantes sabores –pensemos en unas lentejas con chorizo colorado y panceta- nos complican a la hora de elegir un vino que acompañe bien el menú.
El misterio principal es cómo balancear con un solo vino tantos sabores. Además, surge un problema con el uso de los picantes y los trazos sulfurosos de cebollas cocidas en combinación con texturas grasosas, porque mientras que los picantes y las cebollas requieren blancos, las grasas piden a gritos vinos tintos.
Lo mejor que podemos hacer es seguir un estilo de vinos que combinará muy bien con este tipo de gastronomía: tintos ligeros y frutados, de rica frescura, que logran una suerte de equilibrio entre lo picante y lo grasoso de los platos de cuchara. A continuación te recomiendo cinco vinos que cumplirán con estos preceptos. No son los únicos, claro. Sólo marcan un camino.
La Poderosa Cabernet Franc-Merlot, bodega Del fin del Mundo. Combina estas dos cepas que se dan muy bien en la Patagonia. El Franc es excéntrico y amalgama perfecto con la amabilidad y el carácter del Merlot. Resulta un vino equilibrado, con presencia y paso jugoso, ideal para beber con un guiso de cordero, tomates y hierbas.
Nicasia Red Blend Malbec, bodega Catena Zapata. Gran expresión del mejor Malbec argentino, es un vino que entrega intensos y dulces sabores a ciruelas y moras maduras, junto a sutiles notas especiadas. En boca es sedoso y a pesar de tener cuerpo invita a tomarse fácilmente. La particular voluptuosidad y dulzor de este vino permiten acompañarlo con un buen risotto de hongos.
Petit Trez Malbec, bodega Deumayen. Se destaca por su frescura y elegancia. Este vino ligero, redondo, amable y fácil de beber permite soñar con un buen Goulash con spaetzle y manteca fundida.
Domaine Bousquet Reserva Cabernet Sauvignon. Conviene olvidarse del precio y dejarse llevar por este Cabernet fragante, de tacto suave y rica acidez vibrante, el combo ideal para comer un guiso de lengüitas de cordero, salteadas en manteca y luego cocidas lentamente en un caldo de verduras.
Durigutti Bonarda. Frutado, de cuerpo medio y buena acidez, da en el blanco para acompañar un locro completo: carne vacuna, patitas de cerdo, panceta ahumada, chorizo colorado, además por supuesto del poroto y el maíz. Digamos un plato hipercalórico, al que se lo decora con un chimichurri arriba para darle frescura al momento de servirlo.