El norte de Neuquén, con sus valles de clima seco, colinas bajas recorridas por crianceros con chivos, junto a altas cumbres andinas y comunas de pocos habitantes y mucha paz pueblerina, es una alternativa a los grandes centros turísticos de la zona de lagos y bosques, en el sur provincial.
El Corredor Norte de Neuquén, sin competir con estrellas internacionales como Villa La Angostura o San Martín de los Andes, es un complemento para quien busca bajar al mínimo el estrés y la adrenalina, con singulares paisajes y variada gastronomía.
«Nuestra propuesta es de paz y de encontrar tesoros por descubrir, lugares totalmente naturales, vírgenes, con una historia que los va a atrapar», dijo a Télam Ana Luisa Jofre, directora del Corredor Norte, que depende del Ministerio de Turismo meuquino.
Las localidades del corredor son Chos Malal, Andacollo, Las Ovejas, Varvarco, El Cholar, Buta Ranquil y Barrancas, y pequeños parajes y estancias adaptadas para el turismo, que suman 120 plazas de hospedaje con gastronomía y servicio de internet.
«La mejor época para ir es el verano, porque es una zona de precordillera donde los días son templados y a la noche refresca un poco y se puede dormir bien», precisó Jofre.
En el estío, toda la zona es ideal para actividades al aire libre, como trekking de diversa dificultad, mountain bike y pesca, y para todos los casos hay guías habilitados.
Los ríos del corredor son muy codiciados por los pescadores, quienes en los últimos años adoptaron como base dos estancias, en El Cholar y en Chochoy Mallín, en este caso un edificio centenario acondiconado para el turismo.
Una de las caminatas preferidas es la que en unas tres horas lleva de Varvarco a la formación rocosa Los Bolillos, con filosos conos rojizos tallados por el viento y la erosión.
Desde casi cualquier punto del corredor se puede ver el volcán Domuyo, el pico más alto de la Patagonia, de 4.709 metros sobre el nivel, al que también se puede llegar desde Varvarco, pero en una excursión reservada para expertos o deportistas entrenados.
En un paseo más relajado se puede visitar, en El Cholar, el molino harinero San Francisco, el primero de la provincia, instalado a principios del Siglo XX, donde el visitante puede conocer su historia y el proceso del trigo.
En ese pueblo, en febrero se realiza la Fiesta del Ñaco, que es el trigo molido y tostado, que consumen los niños con leche y también los crianceros, con agua, para hidratarse y recuperar fuerzas en días de calor, y que muchos paisanos usan para hacer chupilca, al mezclarlo con cerveza o vino, y a veces con algo de azúcar,
Si bien el chivo es el plato de mayor demanda en la región, Jofre aclaró que hay incontables productos de la tierra y la granja y desde Turismo trabajan para «recuperar lo que son las ‘recetas de las abuelas'».
«Las abuelas cocinaban multiplicidad de variedades, y en el caso del chivito se ha abierto una gama de posibilidades más allá del asador, como chivito al disco, y tacos y escabeches de chivito, por ejemplo».
Las granjas ofrecen cazuelas de gallina o de pavo, con vegetales de la zona, entre ellos la chichoca, que es el trigo partido y molido.
En cualquiera de esos pueblos también se puede escuchar de los lugareños historias ancestrales sobre los pehuenches -primeros habitantes del lugar-, la colonización española o la Conquista del Desierto.
El corredor norte cuenta con caminos asfaltados, de los cuales el principal es la Ruta 40, y los aeropuertos más cercanos son el de la ciudad de Neuquén, a 400 kilómetros de Chos Malal, y el de Malargüe, en Mendoza, a 220 de Barrancas.
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