Miles de turistas arriban a Lima con el único objetivo de saborear buenos platos peruanos en los mejores restaurantes de la ciudad y sentir la tradición y mezcla de culturas (incaica, ibérica, africana, china y japonesa) que se expresan en esta comida tan deliciosa.
En Perú actualmente existen 132 escuelas gastronómicas y más de 25.000 jóvenes estudian para ser chefs. El rubro genera cerca de 1.800 millones de dólares en ventas al año y aproximadamente 300.000 empleos. La cifra asciende a 4.500 millones de dólares y 5 millones de empleos si se suman las ferias que aglutinan a cocineros de todo el país. Boom.
En España, Estados Unidos, Chile y Argentina se multiplican los emprendimientos culinarios de acento peruano. El origen del éxito hay que buscarlo en la política de estado que siguió Perú hace 15 años, donde se pusieron de acuerdo todas las entidades de gobierno (dirigentes, cocineros, ministros, agentes de turismo y protagonistas de la cultura y el arte) para salir al mundo a mostrar su cocina como una parte importante de su cultura. Así, eligieron algunos platos icono, enseñaron cómo se preparaban y se preocuparon para que muchos los degustaran. Los resultados ya se ven desde hace 10 años y el éxito continúa.
En Buenos Aires hay cientos de lugares donde se ofrece cocina peruana y se puede comer de la buena tanto en espacios exclusivos y caros como en restaurantes más sencillos, situados en algunas casas antiguas o en locales de poco glamour, escondidos alrededor del microcentro porteño. Un buen ejemplo es Chan Chan, ubicado en Hipólito Irigoyen 1390, al contrafrente del imponente Palacio Barolo, en el barrio de Monserrat.
Es un restaurante pequeño con un salón de tonos pasteles en el que se ubican poco más de
una docena de mesas. Con marcados rasgos kitsch, el espacio simula un típico y pintoresco lugar de Lima: manteles rojos, baldosas de colores, figuras religiosas y unos frescos con paisajes bucólicos.
La cocina es cuidada y alineada con la tradición. Tiene especialidades como la jalea, el tiradito de pescado, el picante de mariscos, el ajiaco de conejo, la degustación de ceviches, la causa limeña y el anticucho de corazón. Gran opción para un plan gasolero gourmet.
Si lo que se busca es una salida con más glamour un lugar ideal es Olaya, en Humbolt 1550, pleno corazón de Palermo.
Ambientado al estilo de un loft neoyorquino, un mural de Milo Locket en la entrada advierte que se está ingresando al mundo Olaya, que combina el amor por el arte y la pasión por los sabores peruanos.
Está comandado por las manos del chef José Mandivil Castro, creador de dos de los restaurantes más exitosos de Buenos Aires: Osaka y Sipan. Todos los platos se elaboran a la vista y la carta ofrece desde deliciosos ceviches y rolls hasta lomo salteado y el clásico suspiro limeño. Caro, pero vale la pena.
Por Juanjo Larrondo | Colaborador
@juanjolarrondo