Ernest Hemingway, escribió alguna vez “Nunca viajes con alguien a quien no amas”, tal vez es tiempo de seguir el consejo del novelista que tanto supo de lugares paradisíacos, amores infinitos y aventuras interminables. Quizás, llegó el momento, de tomar de la mano a la persona que está a nuestro lado, para llevarla a descubrir la fascinante y bella ciudad de Villa La Angostura, el destino perfecto, para vivir o revivir una luna de miel inolvidable.
Villa La Angostura despliega orgullosa su naturaleza y encanto que atrapa a los visitantes todo el año, pero el fin del otoño, poblado de rojos intensos, naranjas, ocres, y verdes diversos, que juegan a fusionarse con el blanco impoluto de las primeras nevadas, generan el escenario ideal para una escapada romántica.
Salir a caminar por senderos suaves en el bosque o intensos en la montaña, es el verdadero clásico inevitable de Villa La Angostura. Oxígeno puro y aroma a bosque, despiertan los sentidos al punto que la vista deja de ser la única conexión posible con la tierra. El paseo al Bosque de Arrayanes, es ideal para quienes buscan realizar un recorrido cargado de sensaciones. El sendero que se sumerge en el bosque parece salido de un cuento de hadas, donde el arrayán, un árbol nativo de sutil encanto, con una corteza de color canela cubierta de manchones blanquecinos, que crece lentamente a orilla de ríos y lagos, y puede alcanzar los 15 metros de altura.
Otro momento imborrable para todo amante, es vivir la luna de miel en las aguas del Nahuel Huapi, a bordo de un velero, degustando una tabla de ahumados patagónicos con una copa de vino en la mano, rodeados por el imponente marco de los paredones y cascadas de Quetrihué, y el romántico silencio de la navegación a vela.
Los amantes un poco más aventureros tienen la opción de cabalgar por el Cerro Inacayal, descubriendo miradores y cascadas, desandando sin prisa y sin pausa, las huellas que marcan el tiempo y la montaña, degustando un chocolate caliente y oteando entrelazados, el horizonte de nieves, nubes y lagos que abraza la inmensidad.
Sabores del alma
El restaurante Waldhaus, del reconocido chef Leonardo Morsella, es un reducto de sabores y productos de gran variedad para los más exigentes paladares. En su cocina, el Chef ha fusionado platos clásicos europeos, fondue, raclette, tablas y tapeos, cocina regional y repostería de alto nivel acompañado todo con una bodega completa en marcas y uvas.
Pero que sería de un verdadero amor, si faltara una cena a la luz de las velas en un cálido refugio de madera, disfrutando de las exquisiteces de la gastronomía andina.
Otra excelente opción, es cenar en un delicioso restaurante con luminosos destellos sangre azul. El Tinto Bistro, atendido por Martín Zorreguieta, hermano de la Reina Máxima de Holanda, impone su alquimia entre cocina, ambientación y excelente servicio. En una cálido espacio, armoniza una ambientación estilo bistró Francés y fuertes reminiscencias de cantina de los años 50 y 60, un servicio profesional y personalizado pero informal, acompañado por música Lounge y Chill out. La carta seduce a propios y extraños con un menú estacional de autor con materias primas regionales que fusiona técnicas orientales, mediterráneas y centro-europeas, con una selección de vinos de más de 180 etiquetas nacionales y un importante bar donde se destacan los tragos.
Lucila Fernández | Colaboradora